Todo comienza una tarde
de Julio. Como todas las tardes de invierno, vicio un buen rato en Facebook.
Cuando ingreso mis datos para acceder a mi perfil, encuentro un mensaje de mi
mejor amiga Candela. Al abrirlo, este decía:
-¿Quién es esa chica
nueva con la que te juntas? Ya casi no estás conmigo. Mañana lleva la guitarra
al colegio, que ando con ganas de cantar.
-Se llama Florencia, me
cae bien, es muy buena conmigo. Me sigo juntando con vos, no creas que por
conocer a alguien nuevo voy a dejarte de lado…
-Más te vale idiota
>:(
-Hey, calmáte. Bueno, nos
vemos mañana. Tengo tarea.
-Hasta mañana princesa.
La verdad es que no tenía tarea. Simplemente
no quería seguir hablando con ella porque me estaba tratando mal. Al día
siguiente llego al colegio con mi guitarra, tal como ella me lo había pedido.
Dejé la guitarra en la preceptoría, y me dirigí al patio para saludar a mis
amigos. Sí, AMIGOS. En aquella época, mi amistad con Candela me llevaba a estar
todo el tiempo con varones. Tal vez por eso no soy muy femenina ahora.
Volviendo al tema, Cuando saludo a todos los chicos, se acerca Candela y me
pega en el hombro. Al estar acostumbrada a que los varones me pegasen
amistosamente, le devuelvo el golpe un poco más fuerte. El timbre sonó,
llamándonos a rezar y a cantarle a la Bandera, como todas las mañanas. Subí las
escaleras con mi mejor amiga, como solía hacer. En la fila, me encuentro con
Florencia, quien me saluda con un beso en la mejilla. No estaba acostumbrada a
eso. Sólo mis padres me saludaban así, y muy de vez en cuando. Al alejar mi
cara de la suya, sentí una mano que me tomaba del brazo y me daba vuelta
bruscamente. Era Candela, quien posó su frente en la mía y me dijo, con voz
amenazadora, “Te vigilo”. Me empujó y no tuve más remedio que acomodarme en la
fila con mis demás compañeros de curso. Quería entablar conversación con
Florencia, pero había desaparecido en la multitud. Luego de la ceremonia de
todas las mañanas, me dirigí al salón un tanto asustada, tratando de no
encontrarme a Candela de nuevo. Me sentaba en el primer banco, y cada tanto me
daba vuelta para hablar con Bianca. Ella y yo habíamos peleado por Candela,
pero ya habíamos arreglado todo. Ahora ella trataba de convencerme de que
dejara de juntarme con Candela porque me hacía mal. Pero yo estaba convencida
de que era así como era porque nos juntábamos con hombres. Saliendo al recreo
con Bianca, me encuentro con Florencia y Noelia, y les aviso que tenía la
guitarra. Aquel recreo lo pasamos de lo lindo. Florencia, Noelia, Bianca, y un
montón de chicos más se encontraban sentados a mí alrededor cantando canciones,
tanto de Justin Bieber como de Paramore. En aquel momento, escuché los pasos
característicos de Candela, así que sabía que se acercaba. A Florencia le gusta
Paramore al igual que a mí, por lo que decido empezar a tocar la canción “The
Only Exception”, con los ojos cerrados, para no ver a Candela y arruinar el
momento. Cuando llegué al puente de la canción, sentí como Candela empezaba a
cantar fuera de tiempo, y a decir cosas como “deja de tocar esa mierda” o
“basta, ya no toques más, toca algo de Glee”. El problema, es que Glee no
poseía canciones propias en ese momento, pero sí interpretaban The Only
Exception. Pero a ella no le importó. Estaba celosa. Celosa de que Flor y yo
estuviéramos disfrutando de algo que teníamos en común. Paré de tocar. Abrí los
ojos, cabizbaja, levanté la cabeza, y con voz firme, le dije a Candela:
-Si no te gusta, podés
irte.
-Ni siquiera quería que
traigas la guitarra.
Y sin decir más, se
levantó y se retiró del escenario improvisado que era el pasillo del
secundario. Retomé la canción desde el principio, pero ahora con menos público
gracias a Candela. Al terminar el recreo, guardé la guitarra, y al siguiente no
volví a tocar. Simplemente bajé las escaleras hacia el patio, me acerqué a mi
mejor amigo y con los ojos llorosos lo abracé y le susurré “Vos sí me querés.
No puedo más.” Y él, conmovido, me devolvió el abrazo. Aguanté dos horas más de
clase y me fui lo más rápido que pude a mi casa. Al lugar en el que estaba
segura. Pero al llegar, mi celular empezó a sonar avisándome que había recibido
un mensaje de texto. El mensaje, claro está, era de Candela, y decía algo así:
“Yo sí te quiero. Este
fin de semana vení con Bianca a mi casa y quedáte a dormir. A la 1, si te
parece bien”
No respondo, y dudando,
le digo a mi mamá del mensaje. Ella me permite ir, a lo que yo reacciono con un
poco de miedo. Me doy la vuelta y me dirijo a mi cuarto, en el cual me encerré
toda la tarde a llorar. Así pasaron los días, sufriendo Bullying y yo como una
idiota obedeciéndole a aquella zorra. Hasta que una tarde, después del colegio,
me encerré en mi cuarto, tomé una tijera filosa, y corté por primera vez mi
brazo izquierdo. Pensar en ese dolor físico me hacía olvidar el dolor psíquico,
lo cual me gustaba. Porque al fin podría sacarme a Candela de la cabeza. Empecé
a utilizar este método cada vez que me pasaba algo malo, y cada vez encontraba
algo más filoso o más doloroso, hasta que me topé con un bisturí. Solía
cortarme cada vez que Candela me hacía algo, generalmente escuchando Paramore
o My Chemical Romance. Nadie se daba cuenta,
porque escondía mis cicatrices bajo la manga larga de mi polera blanca o debajo
de algún sweater o campera.
No hay comentarios:
Publicar un comentario