miércoles, 3 de abril de 2013

Lights OUT: Parte 1


Todo comienza una tarde de Julio. Como todas las tardes de invierno, vicio un buen rato en Facebook. Cuando ingreso mis datos para acceder a mi perfil, encuentro un mensaje de mi mejor amiga Candela. Al abrirlo, este decía:

-¿Quién es esa chica nueva con la que te juntas? Ya casi no estás conmigo. Mañana lleva la guitarra al colegio, que ando con ganas de cantar.

-Se llama Florencia, me cae bien, es muy buena conmigo. Me sigo juntando con vos, no creas que por conocer a alguien nuevo voy a dejarte de lado…

-Más te vale idiota >:(

-Hey, calmáte. Bueno, nos vemos mañana. Tengo tarea.

-Hasta mañana princesa.

  La verdad es que no tenía tarea. Simplemente no quería seguir hablando con ella porque me estaba tratando mal. Al día siguiente llego al colegio con mi guitarra, tal como ella me lo había pedido. Dejé la guitarra en la preceptoría, y me dirigí al patio para saludar a mis amigos. Sí, AMIGOS. En aquella época, mi amistad con Candela me llevaba a estar todo el tiempo con varones. Tal vez por eso no soy muy femenina ahora. Volviendo al tema, Cuando saludo a todos los chicos, se acerca Candela y me pega en el hombro. Al estar acostumbrada a que los varones me pegasen amistosamente, le devuelvo el golpe un poco más fuerte. El timbre sonó, llamándonos a rezar y a cantarle a la Bandera, como todas las mañanas. Subí las escaleras con mi mejor amiga, como solía hacer. En la fila, me encuentro con Florencia, quien me saluda con un beso en la mejilla. No estaba acostumbrada a eso. Sólo mis padres me saludaban así, y muy de vez en cuando. Al alejar mi cara de la suya, sentí una mano que me tomaba del brazo y me daba vuelta bruscamente. Era Candela, quien posó su frente en la mía y me dijo, con voz amenazadora, “Te vigilo”. Me empujó y no tuve más remedio que acomodarme en la fila con mis demás compañeros de curso. Quería entablar conversación con Florencia, pero había desaparecido en la multitud. Luego de la ceremonia de todas las mañanas, me dirigí al salón un tanto asustada, tratando de no encontrarme a Candela de nuevo. Me sentaba en el primer banco, y cada tanto me daba vuelta para hablar con Bianca. Ella y yo habíamos peleado por Candela, pero ya habíamos arreglado todo. Ahora ella trataba de convencerme de que dejara de juntarme con Candela porque me hacía mal. Pero yo estaba convencida de que era así como era porque nos juntábamos con hombres. Saliendo al recreo con Bianca, me encuentro con Florencia y Noelia, y les aviso que tenía la guitarra. Aquel recreo lo pasamos de lo lindo. Florencia, Noelia, Bianca, y un montón de chicos más se encontraban sentados a mí alrededor cantando canciones, tanto de Justin Bieber como de Paramore. En aquel momento, escuché los pasos característicos de Candela, así que sabía que se acercaba. A Florencia le gusta Paramore al igual que a mí, por lo que decido empezar a tocar la canción “The Only Exception”, con los ojos cerrados, para no ver a Candela y arruinar el momento. Cuando llegué al puente de la canción, sentí como Candela empezaba a cantar fuera de tiempo, y a decir cosas como “deja de tocar esa mierda” o “basta, ya no toques más, toca algo de Glee”. El problema, es que Glee no poseía canciones propias en ese momento, pero sí interpretaban The Only Exception. Pero a ella no le importó. Estaba celosa. Celosa de que Flor y yo estuviéramos disfrutando de algo que teníamos en común. Paré de tocar. Abrí los ojos, cabizbaja, levanté la cabeza, y con voz firme, le dije a Candela:

-Si no te gusta, podés irte.

-Ni siquiera quería que traigas la guitarra.

Y sin decir más, se levantó y se retiró del escenario improvisado que era el pasillo del secundario. Retomé la canción desde el principio, pero ahora con menos público gracias a Candela. Al terminar el recreo, guardé la guitarra, y al siguiente no volví a tocar. Simplemente bajé las escaleras hacia el patio, me acerqué a mi mejor amigo y con los ojos llorosos lo abracé y le susurré “Vos sí me querés. No puedo más.” Y él, conmovido, me devolvió el abrazo. Aguanté dos horas más de clase y me fui lo más rápido que pude a mi casa. Al lugar en el que estaba segura. Pero al llegar, mi celular empezó a sonar avisándome que había recibido un mensaje de texto. El mensaje, claro está, era de Candela, y decía algo así:

“Yo sí te quiero. Este fin de semana vení con Bianca a mi casa y quedáte a dormir. A la 1, si te parece bien”

No respondo, y dudando, le digo a mi mamá del mensaje. Ella me permite ir, a lo que yo reacciono con un poco de miedo. Me doy la vuelta y me dirijo a mi cuarto, en el cual me encerré toda la tarde a llorar. Así pasaron los días, sufriendo Bullying y yo como una idiota obedeciéndole a aquella zorra. Hasta que una tarde, después del colegio, me encerré en mi cuarto, tomé una tijera filosa, y corté por primera vez mi brazo izquierdo. Pensar en ese dolor físico me hacía olvidar el dolor psíquico, lo cual me gustaba. Porque al fin podría sacarme a Candela de la cabeza. Empecé a utilizar este método cada vez que me pasaba algo malo, y cada vez encontraba algo más filoso o más doloroso, hasta que me topé con un bisturí. Solía cortarme cada vez que Candela me hacía algo, generalmente escuchando Paramore o  My Chemical Romance. Nadie se daba cuenta, porque escondía mis cicatrices bajo la manga larga de mi polera blanca o debajo de algún sweater o campera.

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